26 de marzo de 2017

A Santa Clara de Avedillo, pese a la rueda trasera

La protagonista de esta ruta ha sido una rueda trasera, de ahí que aparezca hasta en el título. Y es que poco después de salir de Zamora un biker se dio cuenta de que iba pinchado.


Paramos con intención de hinchar pero, aunque parezca ridículo, no hubo manera de desenroscar el tapón. Desesperados intentamos hasta cortar la boquilla para, al menos, poder cambiar la cámara, pero tampoco pudimos. Como Morales estaba cerca, poco a poco llegamos hasta allí, y en la gasolinera, con ayuda de unos alicates y echándole un poco de gasolina, conseguimos quitar el tapón y poder hinchar, Pero para entonces el biker se había dado cuenta de que su cuentakilómetros-pulsómetro había desaparecido. Sin duda se había caído en el último tramo que habíamos realizado. Se dieron la vuelta dos y el milagro se hizo, lo encontraron en mitad del camino. Con todo ya en orden conseguimos retomar la ruta, si bien poco después hubo que parar a cambiar la cámara porque había vuelto a perder el aire.


Ya con la nueva cámara pudimos continuar, pero ¡qué mala es la envidia! La rueda delantera más adelante también precisó atenciones, pero en esta ocasión bastó con hinchar y el pinchazo, gracias al líquido, se subsanó.

Pero antes de todo esto, todo había comenzado en la Ciudad Deportiva. Allí nos encontramos cuatro bikers (sí, solo cuatro, se conoce que el cambio de hora y la amenaza de lluvia causaron estragos) con intención de hacer una ruta hasta Santa Clara de Avedillo ya que el viento soplaba del sur. Cruzamos el puente de Cardenal Cisneros, seguimos un pequeño tramo del GR-14 y terminamos saliendo a la rotonda de Moraleja, Arcenillas y Villaralbo. Allí mismo cogimos un camino que debería habernos llevado a Casaseca de las Chanas si no hubiera surgido, poco después de empezar a rodar por él, el incidente descrito en el párrafo anterior. 

Así que, como variamos el track, a partir de Morales del Vino improvisamos, yendo hacia Pontejos.


Allí continuamos recto por buenos caminos que nos llevaron a las cercanías de Gema del Vino. 


Bordeando esta localidad giramos a la derecha por la carretera que conduce a Jambrina, si bien, tras algunos sube y bajas nos desviamos a la derecha y continuamos por un camino que nos dejó a la entrada de esa localidad. 


Sin llegar a entrar en este pueblo proseguimos por la carretera que va a Santa Clara de Avedillo. Los cuatro kilómetros que separan ambas localidades deberían haber sido poco más que un paseo, pero el viento en contra y un ritmo alto los convirtieron en un tramo duro (eso sí, con vistas).



Hicimos una breve parada en la plaza de este pueblo para reponer fuerzas y en pocos minutos nos subimos de nuevo en las bicis para iniciar el regreso. Decidimos hacerlo por carretera hasta Corrales del Vino. Tras superar las dos largas subidas que tiene este tramo, iniciamos el descenso, casi sin tiempo ni para contemplar el bonito paisaje desde esa altura.


En Corrales retomamos los caminos y cogimos el que conduce a Peleas de Abajo, localidad a la que llegamos enseguida porque fuimos a un ritmo elevadísimo. Desde Peleas fuimos a Cazurra y de Cazurra a Pontejos. Desde este pueblo volvimos de nuevo a Morales del Vino y, tras cantarle a uno de los nuestros el "Cumpleaños feliz" a la puerta de su casa, cogimos el carril bici a Zamora.


Este nos puso a los pies de la capital en pocos minutos. Poco antes del "Ruta de la Plata" empezó a llover, pero lejos de enfadarnos nos pareció una suerte, porque la previsión indicaba que llovería con toda probabilidad desde las 11 h. y eran ya más de las 13 h.

No sabemos si sería el miedo a la lluvia, o las ganas de llegar, o lo que fuera, pero el caso es que habíamos hecho los más de 25 km. que nos separaban de Santa Clara de Avedillo en sesenta y tres minutos. ¡No estuvo mal! Quizás, y no es por quitarnos méritos, haya que tener en cuenta que el viento nos daba parcialmente de espalda y que el perfil desde allí es descendente.

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21 de marzo de 2017

Visita al Duero más allá de Zamora

Hoy, Dia del Padre y de San José, los Bikers lo celebramos como mejor lo sabemos hacer, juntándonos todos los que pudimos a las 9,15 para iniciar una ruta que, en principio, no queríamos que nos llevara mucho tiempo, pero que finalmente se alargó hasta los 50 km.

Salimos de la Ciudad Deportiva ocho bikers con dirección al Puente de Piedra, lo cruzamos y ascendimos por el barrio de Rabiche, por una pequeña confusión tuvimos que cruzar por un sembrado para intentar rectificar y tomar el camino correcto, el GR-14.


Una vez en él, rodamos hacia Pereruela que, era nuestro primer destino. Llegamos a esta localidad sin novedad. Ya en el pueblo giramos a la derecha y continuamos por un camino. Unos cientos de metros más adelante comenzó un suave descenso, poco después la inclinación fue aumentando. Giramos a la derecha y continuó el descenso, en algunos tramos ya técnico. En un momento dado el camino de tierra se transformó en cemento y se inclinó mucho más. Eran los últimos metros de este descenso hacia la antigua toma de agua de Pereruela.


El paraje es espectacular, el Duero, a pesar de estar tan cerca de Zamora, parece otro río distinto porque ya luce el “look” de los Arribes.



Tras disfrutar de las vistas, hacer unas fotos y comer algo, iniciamos el duro ascenso, que casi se prolongó hasta Pereruela. Volvimos a atravesar el pueblo, cruzamos la carretera y empezamos a rodar por un buen camino que se transformó después en una pradera.


Terminamos saliendo a la carretera de Almeida, rodamos por ella menos de un kilómetro y giramos a la izquierda. Ese camino nos llevó a los pies de la Pueblica de Campeán. Desde allí volvimos a pisar el mismo camino que habíamos hecho a la ida, sólo que a un ritmo fuerte que nos puso en la entrada de Zamora en un momento.

Al llegar nos hidratamos con una caña y nos fuimos a asear porque nos esperaba un estupendo cocido hecho por una excelente cocinera. Nos repuso del esfuerzo, desde luego y pasamos un rato estupendo.

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12 de marzo de 2017

En busca de los almendros... nos topamos con la mala suerte

Hay días en los que todo sale redondo y otros en los que todo se empeña en complicarse y salir mal, hoy ha sido uno de estos.

Salimos ocho bikers con normalidad desde la Ciudad Deportiva, como casi siempre. Cruzamos el río y nos dirigimos a Villaralbo por el Camino Viejo. La mañana era espléndida, apenas alguna nube en el cielo, poco viento y la temperatura agradable.

Antes de entrar a esta localidad continuamos bordeando el río. Este tramo, que empieza junto a la fábrica GCE y termina casi en Villalazán, es muy bonito, con bosque de ribera y una chopera enorme, y siempre junto al Duero.



Una vez que salimos a la carretera de Villalazán, rodamos por ella como un kilómetro y giramos a la derecha para seguir por caminos que nos llevaron a Madridanos, desde donde enfilamos hacia Las Contiendas. Pero en vez de virar hacia la derecha al llegar a sus pies, lo hicimos a la izquierda, como bordeándolas, por un camino con muchos almendros.


Enseguida llegamos a las edificaciones de la Granja Florencia. Allí cometimos el error de rodar unos cientos de metros paralelos a un canal y nos costó caro después.

Giramos a la derecha y comenzamos a subir la llamada Cuesta de la Virgen. Dice una leyenda ciclista que quien ascendiendo esta subida echa el pie a tierra tendrá un año de mala suerte en la bici. Nosotros, nada más empezar la ascensión tuvimos que parar porque uno había pinchado. Él contó unos cuantos abrojos en sus ruedas, pero los demás también, sólo que de momento el aire aguantaba.

Tras hinchar su rueda seguimos ascendiendo, aunque otro también notó falta de aire y tuvo que parar a hinchar. Finalmente llegamos a las tres columnas y la hornacina que alberga a la Virgen.


Tras una breve parada continuamos. La ascensión siguió y la mayoría tuvieron que echar el pie a tierra en un par de cuestas casi imposibles (para algunos). Antes de hacer cima hubo que parar a volver a hinchar las dos ruedas que estaban dando problemas.


Pudimos continuar y llegamos a la máxima altura. Desde allí las vistas son impresionantes. También desde allí percibimos que se había levantado bastante viento.


Rodamos junto a los molinos eólicos que iban a toda máquina con ese viento y de nuevo hubo que parar. Esta vez a cambiar las dos cámaras de sendas bicis. Otros dos bikers aprovecharon par hinchar porque estaban perdiendo aire también.



Continuamos y poco después iniciamos el descenso, divertido aunque hubo que hacerlo con precaución por la cantidad de canto rodado que invadía el camino. Ya bajo Las Contiendas continuamos en paralelo a ellas para más tarde girar a la izquierda para encarar hacia El Viso. Para entonces el viento nos daba de frente y costaba mucho rodar. A la altura de de la gran antena tuvimos que detenernos a cambiar la cámara de otro compañero. Antes de terminar empezó a granizar con una gran intensidad.


Menos mal que había cerca una uralita con cuatro apoyos bajo la que nos hacinamos todos mientras duró la granizada. Al salir comprobamos que habíamos colocado mal el tornillo de la rueda y aquello era imposible de desmontar.


Dos bikers acudieron a Bamba con el tornillo, el interesado con la bici a cuestas y el resto acompañando también nos dirigimos hacia esa localidad. Poco después un buen samaritano cargó en su coche a la bici y al biker y los demás seguimos rodando. Al llegar a Bamba el tornillo estaba ya arreglado gracias a un vecino y pudimos montar la rueda.

Continuamos hacia Moraleja con un viento de cara infernal, pero antes de llegar hubo que parar un par de veces a hinchar otra rueda y ya en el pueblo a cambiar la cámara. Por fin se pudo continuar hasta Villaralbo y desde esta localidad hasta Zamora, eso sí, luchando contra el potente viento.

Ah, vimos muchos almendros en flor, que era de lo que se trataba, aunque los abrojos y los pinchazos les robaran todo el protagonismo.


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5 de marzo de 2017

Puentes de Manzanal

En la mañana de este Domingo fuimos seis los que acudimos a la cita para hacer una ruta en nuestras bicis y disfrutar de la mañana y de los amigos. Por delante teníamos el reto de hacer la ruta prevista en 3 horas porque uno de nosotros a las 12 tenía que estar de regreso.

Para "calentar" nada más salir subimos la Cuesta del Piñedo y poco después ascendimos todo el barrio de San Lázaro para llegar al Polígono La Hiniesta y allí coger el Camino La Lobata y así salvar las eternas obras del AVE.

Enseguida llegamos a La Hiniesta porque desde el primer momento imprimimos un buen ritmo. Continuamos tomando un camino que sale al final del pueblo a la izquierda. Tras una larga y suave ascensión cambiamos varias veces de dirección, siempre por buenos caminos, y terminamos por llegar a Andavías.

Desde aquí fuimos por carretera hasta Palacios pero al entrar tomamos un desvío a la derecha que nos llevó para la parte de atrás del pueblo y que nos sacó de este en paralelo a la carretera.



A partir de ese momento comenzó la parte más bonita de la ruta, terrenos con grandes encinas, jaras, muchas jaras por otra zona, de nuevo encinares y sube y bajas constantes que iban cargando nuestras piernas. Además, poco antes había comenzado a llover, una lluvia fina al principio, más intensa después, que nos acompañó durante toda la vuelta.



Finalmente llegamos a Manzanal y descendimos hasta la orilla. Allí nos hicimos una foto y comimos rápidamente algo.



Enseguida iniciamos el fuerte ascenso para llegar a la antigua carretera.


Rodamos por esta y por la nueva algo más de un kilómetro y giramos a la derecha para adentrarnos en una zona urbanizada. Por una confusión terminamos volviendo a la carretera unos cientos de metros y ya retomamos el "buen camino" que nos condujo hasta Palacios.

En Palacios descendimos hacia el embalse y lo cruzamos por uno de esos puentes tan repetidos por la zona.


Desde allí salimos a la carretera que une Andavías con Valdeperdices, rodamos por ella y finalmente giramos a la derecha para seguir por un camino que, tras algunos zizagueos nos llevó hasta las proximidades de La Hiniesta. En esa zona iniciamos una larguísima recta llena de toboganes que terminaron por dejarnos en la zona alta de Valorio. Descendimos hacia la ciudad y ya en ella paramos en una bar a hidratarnos y recuperar fuerzas. Habíamos conseguido nuestro reto: salir a las 9 y estar de nuevo a las 12, tras más de 52 km.

Bonita ruta, con cierta dureza por los continuos ascensos y descensos, endureciéndola hoy más la lluvia y el viento.


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