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16 de marzo de 2014

Las Pilas de Almaraz

De nuevo nos volvimos a encontrar con un día de esos que parecen estar hechos para disfrutar con la bici. Salimos de la Ciudad Deportiva y encaramos el carril bici que abandonamos para coger la carretera de Almaraz, que seguimos hasta pasada la cárcel donde tomamos el camino de la izquierda, por el que continuamos para tomar más adelante uno a la derecha con una larga cuesta y que, tras esta, y después de unos kilómetros ya llanos, nos devolvió de nuevo a la carretera de Almaraz, que ya no abandonamos hasta poco antes de llegar a esta localidad. En realidad teníamos que haber cogido un camino pasados Los Infiernos, pero por un despiste no nos quedó otra que seguir por carretera.

Como decíamos, poco antes de llegar a Almaraz tomamos un camino que nos llevó al pueblo. Allí nos dirigimos hacia la Iglesia y al llegar a esta giramos a la izquierda, pasamos por una fuente románica y seguimos recto. A lo largo del pueblo hay algunas indicaciones que indican "Cascadas de Las Pilas" o "Ruta 3". Saliendo del pueblo el camino es ancho y de buen firme hasta una bifurcación (donde también indica "Ruta 3" a la derecha). A partir de ese momento el camino se estrecha algo y empieza a descender. Tras una pequeña subida, de repente, nos encontramos con una gran bajada y al fondo el río Duero, fue una vista que nos sorprendió muchísimo por lo agradable. Descendimos encarando el río y al llegar a su altura el camino va en pararelo a él, siendo espectacular. En ese momento divisamos los restos de algunas casas (de los mineros de la compañía inglesa que explotó unas minas de estaño hasta principios del siglo XX)  y a su lado una cascada que nos dejó boquiabiertos.

Dejamos las bicis y caminamos los últimos metros hasta llegar al pie de esta caída de agua. Hay otra, pero ya no la visitamos. Tras tomar nuestro almuerzo en una mesa de madera junto al río (un lujo), iniciamos el regreso.

La subida fue dura porque el terreno es pedregoso, por la inclinación y porque es larga, pero pudimos con ella y seguimos deshaciendo el camino de ida hasta llegar a Almaraz. Allí tomamos el camino que nos había llevado hasta allí, pero tras una buena subida seguimos recto para no regresar por el mismo que nos llevó hasta allí, y fue un gran acierto porque este va descendiendo en paralelo a un arroyo con bastante vegetación en torno suyo y desembocó en una valle repleto de almendros en flor y viñas. Más bonito imposible. Finalmente el camino nos devolvió a la carretera. A partir de ahí recorrimos la misma ruta que a la ida sin más novedades que la del viento, que se levantó algo y lo trajimos en contra.

Es una ruta con cierta dureza porque la orografía de esta zona es sinuosa pero mereció la pena, sin duda.

Fuente románica en Almaraz.
Inicio del descenso hacia el río.
Cascada de las Pilas de Almaraz.