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10 de febrero de 2019

En busca de los entresijos del Duero

La ruta prevista para hoy no era la que finalmente hemos hecho, pero la previsión del tiempo era mala: viento, cielo nublado y lluvia; así que ayer decidimos aplazarla. Como el viento iba a soplar del suroeste tocaba ir en ese sentido, así que planificamos una ruta hacia la zona de San Román y El Porvenir, un meandro de 180º, una península con un perímetro de casi 10 km que hace el Duero a pocos kilómetros de Zamora.

Salimos a las 9,30 h. seis bíkers de la Ciudad Deportiva y seguimos el curso del río para terminar cruzándolo por el Puente de los Poetas.


Continuamos ascendiendo al barrio de Rabiche por una cuesta que nos hizo sudar, por la propia cuesta y porque hoy no hacía frío e íbamos abrigados. Terminamos saliendo al camino que va a Carrascal y que hemos seguido ya en otras ocasiones. Tras algunos sube y bajas llegamos a esta localidad. Cruzamos por algunas de sus calles y cogimos un camino que tras algún giro terminó por ponernos en el que lleva a la dehesa de Congosta.


Desde las zonas altas ya atisbamos el río y comenzamos a rodar en paralelo a él. Pronto llegamos a algunas edificaciones de la dehesa.


Justo donde empieza la Carva nosotros continuamos recto y cruzamos una entrada que aparecía con unas cintas para disuadir a los que pretendan cruzarla. No fue el caso.

La sorpresa fue grande al ver que ese camino, por el que habíamos intentado pasar el año pasado, había sido limpiado de zarzas, ramas y demás vegetación que, en esa ocasión, hizo que nos tuviéramos que dar la vuelta. Así que, ya limpio, rodamos por él de maravilla, pudiendo contemplar inmejorables vistas del Duero.



Ese camino es, además, muy variado, teniendo una zona en la que aparece delimitado por una paredes de piedra perfectamente construida al mejor estilo tradicional.



Poco después avistamos ya las instalaciones de la presa de San Román y enseguida llegamos a ellas.



Estas instalaciones, puestas en marcha en 1902 (ver su historia aquí), fueron de las primeras de España. Desde la presa el agua pasa a través de un túnel al otro lado del meandro, donde está la central eléctrica de El Porvenir. Nuestra intención era llegar también a esta, pero finalmente no pudo ser. Lo dejamos pendiente.

Una vez sobrepasada la presa continuamos por un camino que abandonamos en cuanto se separó del río. Hasta aquí algunos habíamos estado alguna vez, pero de aquí en adelante era inédito para todos. Proseguimos por un caminito que nos encantó porque estaba trazado por la orilla del río y nos permitía pedalear con unas vistas impresionantes.



De vez en cuando nos tocó echar el pie a tierra por algún desnivel o por zonas de roca, pero no nos importó en absoluto. Y tampoco nos importó que no fuera un "camino de rosas" porque estábamos disfrutando.




Después de esta zona rocosa el paisaje cambió y empezamos a rodar algo más alejados del agua y rodeados de encinas.


Poco después empezamos a ver a lo lejos, en la orilla opuesta, la llamada carretera de Los Infiernos y en esa zona es donde ya los caminos desaparecieron y empezamos a rodar por donde nos parecía que la bici iría mejor. Tuvimos que cruzar una tierra sembrada por su borde, después llegamos a  una zona muy arenosa, más tarde a un lugar por el que no podíamos seguir...


Para "ayudar", el viento, que en el tramo anterior no nos había molestado, comenzó a darnos de frente y, además, empezó a llover. Poquito a poco íbamos avanzando muy lentamente, parando cada poco a pasar algún obstáculo, pero íbamos avanzando al fin y al cabo. Estábamos ya frente a la zona de Los Infiernos en la que la carretera va elevada, junto al Duero. Algunos cientos de metros después encontramos al fin un camino usado por maquinaria agrícola. ¡Nos pareció una autopista!


Pero se terminó y poco después tuvimos que volver a cruzar otra tierra sembrada, eso sí, ya veíamos las edificaciones de la dehesa, por lo que imaginábamos que algún camino habría cerca.


Podríamos haber seguido bordeando el río campo a través, pero nos tentó un camino que conducía a las viviendas de la dehesa y lo tomamos porque cada vez hacía más viento y llovía más, además de que se estaba haciendo tarde. El camino nos condujo a esas edificaciones, pasamos junto a ellas y enseguida empezamos a ascender. Un ascenso que duró, salvo algún pequeño tramo llano o de suave descenso, unos ocho kilómetros.


Ocho kilómetros que dieron de sí. Primero parte de ellos fueron de buen camino, más tarde uno de esos buenos caminos nos llevó hasta la carretera que va a San Román y El Porvenir. Y siguiendo esta llegamos a la bifurcación que conduce a la localidad de San Román. Pensábamos seguir por ese ramal, pero para llegar antes a Zamora decidimos seguir la carretera hasta el cruce con la de Fermoselle. Nos separaban 4 kilómetros hasta ese cruce pero, a pesar de ser por carretera, se nos hicieron largos porque el viento soplaba muy fuerte frontal o lateralmente, sin olvidar la lluvia.



Ya en la carretera de Fermoselle todo cambió, por fin rodamos con el viento de popa y ¡cómo se notaba! Pasados poco más de quinientos metros nos desviamos hacia el centro hípico y proseguimos, pasado este, hacia La Pueblica de Campeán. Con el viento empujando y cuesta abajo volábamos.

Antes de llegar a esa localidad giramos a la izquierda para seguir por el GR-14 por el que también rodamos fenomenalmente con esa ayudita extra. No tardamos nada en llegar a Tardobispo. A estas alturas, además, había dejado de llover.  Pasada esta localidad incluso el sol quiso asomarse entre los pocos huecos que le dejaban las nubes.



En pocos minutos sin más novedades estábamos a las puertas de Zamora. Entramos por San Frontis y cruzamos el Puente de Piedra, siguiendo por la Horta para regresar al lugar de partida, donde hicimos una parada para reparar los líquidos perdidos y comentar la jugada...

Nos queda pendiente visitar El Porvenir, hoy no pudo ser, pero no nos olvidaremos.


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Relive 'Morning Feb 10th'

19 de noviembre de 2017

A un paso de Zamora también hay rutas preciosas

En la mañana de este soleado y frío Domingo queríamos hacer una ruta tranquila y no muy larga porque se reincorporaban dos bíkers después de bastante tiempo sin subirse en la bici, así que salimos de nuestro lugar de quedada habitual con dirección al río. Cruzamos el Puente de Piedra.



Pasamos por delante de Los Pelambres y nos adentramos en Rabiche. Allí ya se nos empezó a quitar el frío con el calentón de una subida que tuvimos que hacer. Continuamos por un camino a la derecha con la intención de ir a Carrascal y rodamos por él como unos tres kilómetros. Antes de llegar a esta localidad un bíker sugirió ir por Las Chanas, así que abandonamos ese camino y giramos a la izquierda. 


Tras algunos tramos de subidas que se alternaban con zonas que dejaban tomar un respiro, llegamos a un alto desde el que había unas preciosas vistas. 



Bordeamos esa zona, pasamos junto a lo que queda de las antiguas instalaciones militares y comenzamos el descenso. 


Atravesamos una pradera que había en el valle y comenzamos a ascender por un camino bordeado de encinas que nos llevó hasta las proximidades de Carrascal. Ya no descendimos al pueblo, sino que giramos a la izquierda, por el camino de la Dehesa Congosta. 



Ya con el Duero a la vista continuamos rodando hasta ponernos a su altura.  


Antes de empezar a subir La Carba intentamos ir hacia la Presa de San Román. Pasamos por un lado de la cancela. El camino está empezando a desaparecer comido por la vegetación, pero aún así se podía rodar, la helada era aún, casi a las 12, impresionante. Finalmente no pudimos llegar porque había un túnel de zarzas que no quisimos atravesar, así que dimos la vuelta y volvimos al inicio de la subida a la Carba.


Ya de nuevo a los pies de La Carba nos enfrentamos a ella. Bueno, algunos se enfrentaron a ella, otros ni lo intentaron porque prácticamente es imposible, no sólo por la inclinación, sino por el estado del terreno. Casi todos los intentos fueron fallidos en este primer tramo.



En el segundo tramo de máxima inclinación hubo más intentonas y fallaron la mayoría. Al resto no les quedó otra que tirar de la bici hasta que el terreno y la inclinación permitieron volver a subirse. No obstante unos y otros al terminar este ascenso de dos kilómetros llegamos empapados de sudor, a pesar del frío.


Tras reagruparnos continuamos hacia San Román donde hicimos una parada para almorzar en una brigada.


Después de la pausa continuamos descendiendo por las calles del pueblo y dirigiéndonos a la denominada Pradera del Terror, aunque ahora, con la gran sequía que estamos sufriendo, no da ningún miedo. 


Continuamos por varios caminos hasta que llegamos a Pereruela. Allí cruzamos la carretera y tomamos un camino alternativo al GR14 que nos llevó hasta cerca de Sobradillo de Palomares. Al llegar a la carretera giramos a la izquierda y cogimos un camino, también a la izquierda, que nos llevó a unirnos de nuevo al GR 14 a la altura de La Pueblica de Campeán. Continuamos por el GR 14 hasta Tardobispo donde lo volvimos a abandonar para subir hacia la Iglesia y coger, tras ella, un camino a la izquierda. Este camino, después de algún cambio de dirección, nos llevó de nuevo a encontrarnos con la Senda del Duero, pero ya junto a Entrala. 


Desde allí ya rodamos por ella hasta entrar en Zamora. Como íbamos a pasar cerca de Los Pelambres, decidimos devolver allí a nuestros cuerpos el líquido perdido, disfrutando además de las vistas, la compañía y el sol. Después de esta pausa volvimos a subir a nuestras bicis para cruzar el río y dirigirnos con la mayor rapidez posible a nuestras respectivas duchas.

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Animación de la ruta