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19 de mayo de 2019

Completo día por Los Valles

El sábado tocaba senderismo, así que, aprovechando que es primavera decidimos ir a caminar por la Ribera Santibañesa del Tera, una rutita que cuatro miembros del grupo ya habían hecho en otoño y que querían repetir junto al resto del grupo en primavera, para así ver la zona vestida de otros colores.

Pero para completar la mañana habíamos concertado previamente también una visita a la Villa Romana Orpheus, en Camarzana de Tera. Para acordar dicha cita tuvimos que llamar varias veces al Ayuntamiento, tal y como se indica en la página web de Turismo de la Junta de Castilla y León (ver web), porque no nos lo cogían (deben de tener problemas con la línea).

Finalmente a las 11,00 h., la hora acordada, estábamos a la puerta de la Villa. Allí nos esperaba la guía que nos puso en situación (histórica) y nos explicó muy bien todo a lo largo de todo el recorrido.



Tras la visita recorrimos los poco más de 11 km que separan Camarzana de Santibáñez de Tera. Ya allí, aparcamos en la plaza donde nos esperaba Jesús. Días atrás habíamos contactado con dos de los promotores de la rehabilitación de la Ribera Santibañesa y habíamos quedado con Jesús para que nos acompañara. Poco después llegó también Andrés y todos juntos comenzamos la caminata.

Saliendo de la plaza, donde, como punto de partida, pronto van a poner un cartel informativo de la ruta; recorrimos algunas calles del pueblo saliendo enseguida a la zona de las huertas, donde antiguamente muchos de los habitantes de la localidad tenían su huerto, bien delimitado y con un caseto para los útiles de la labranza.


Bordeamos algunas tierras, algunas ya con el maíz empezando a asomarse, otras con las plantas de las patatas ya grandecillas; y algún que otro huerto. Así es como terminamos saliendo a la carretera para recorrer por ella un pequeño tramo que, según nos comentaron Jesús y Andrés, les gustaría evitar, pero hoy por hoy es inviable.

Enseguida abandonamos el asfalto y nos sumergimos en una zona muy fértil, con mucha vegetación y muchos árboles, chopos, álamos, e incluso arces. Allí, junto a nosotros podíamos ver el puente de la carretera y la canalización de agua de lo que se cree fue un molino en tiempos.


Junto al río un bonito y rústico banco nos invitaba a sentarnos y contemplar el pausado río Tera.


Continuamos caminando por la ribera encontrando a nuestro paso muchos metros y metros y metros de terreno segados hacía poco, altruistamente, como siempre, por los componentes de JAAR.


De vez en cuando los árboles nos permitían asomarnos al río y contemplar vistas como la que vemos sobre estas líneas.



Pero por el interior las vistas también eran preciosas por la gran cantidad de vegetación que se da en esa zona. E incluso tuvimos la oportunidad de abrazarnos a distintos árboles singulares.

No tardamos mucho en llegar a la zona donde encontramos árboles pintados con distintos motivos.



Una nota de color que nos gustó mucho a la mayoría de nosotros. Hicimos una pequeña parada para  ver todos los motivos pintados y poco después proseguimos nuestro camino.

Unos cientos de metros más adelante nos encontramos con los restos del antiguo molino. Aún se encuentran en pie los tajamares, mudos testigos del paso de tanta agua y hoy sin un charco siquiera junto a ellos. Una de las paredes también se resiste a arruinarse, y en su mitad una ventana abierta que en su día daba al interior del molino y que hoy se abre a la vegetación circundante.



Jesús por un lado y Andrés por el otro nos iban contando las pequeñas historias que conforman la Ribera Santibañesa y eso es la que la hace más atractiva aún.



Proseguimos paseando por la zona más bonita de la ruta, bordeando el ramal que en su día alimentaba de agua al molino. Pasamos en ese tramo por un trozo ganado a la vegetación en favor de la ruta de senderismo, eso sí, con mucho trabajo por parte de nuestros entusiastas amigos, que tuvieron que limpiar la zona del camino de una densa maraña de todo tipo de plantas silvestres.


Continuamos con la caminata y pronto llegamos a la zona de chopos que, con tanto verdor, también tenía mucho atractivo. Asimismo cruzamos el puente realizado por el Ayuntamiento a petición de los Amigos de la Ribera Santibañesa, y pudimos pasar por encima de la Presa de Miguelón, ya que el nivel de las aguas lo permitía. Desde la propia presa pudimos contemplar una bonita vista del río en todo su esplendor.



Volvimos algunos metros sobre nuestros pasos y retomamos el camino. Aún recorrimos un buen tramo de camino estrecho y mucho verdor a nuestro alrededor.


Pero llegó el momento en el que se terminó la senda junto al río y comenzamos ya la marcha hacia Santibáñez, pero antes pasamos por La Fábrica, como los santibañeses denominan a lo que fue una fábrica de electricidad de la que prácticamente todo el pueblo fue accionista, incluso el patrón de la localidad.

A partir de ese punto la ruta pierde algo de encanto ya que se comienza a caminar entre tierras de cultivo que, por otra parte también tienen su "punto" y más aún en primavera (y pese a la sequía).


Recorrimos el último kilómetro y completamos la ruta llegando de nuevo a la Plaza Mayor, habiendo caminado algo más de 8 km. Al llegar al pueblo nos dirigimos al bar Chana ansiosos porque teníamos sed y también hambre.

Unos días antes habíamos llamado a este bar para ver si nos podían dar de comer y habían aceptado. Y fue un acierto porque estaba todo muy bueno, sobre todo las patatas con carne. Llamando con antelación al teléfono 679489995 (Toñi) no hay problema para encargar la comida. Comieron con nosotros, como no podía ser de otro modo, Jesús y Andrés. Tras los cafés y los postres nos despedimos de ellos y fuimos a Santibáñez de Vidriales.

En este Santibáñez habíamos concertado una cita a las 17,00 h para ver el Centro de Interpretación de los campamentos romanos (teléfono para la reserva 987 223 102). Un centro pequeñito pero muy bien aprovechado y muy didáctico, y que, unido a la profesionalidad de la guía, es muy ameno.


Tras la visita, en la que aprendimos mucho sobre cómo vivían los romanos que estuvieron asentados en el campamento, realizamos una rápida visita al Museo que han habilitado en otra sala y que recoge piezas encontradas en la zona (no sólo en el campamento), si bien hay que decir que las más relevantes halladas están en el Museo Provincial de Zamora.

Concluidas ambas visitas la guía nos acompañó hasta los restos del campamento romano, que se sitúan entre Santibáñez y Rosinos, en la carretera de La Bañeza.


Ya allí, la guía nos explicó in situ con más detalle mucho de lo que ya nos había adelantado en la visita al Centro de Interpretación. Una vez terminada la explicación nos ofreció quedarnos más tiempo en el recinto, si queríamos. Pero hacía tan desagradable que decidimos dar por concluida la visita.

Ya de vuelta paramos en Camarzana para tomar algo y desde allí regresamos a Zamora, después de este completo itinerario por la zona de Los Valles.

Teléfono:

27 de abril de 2014

Valle de Valverde

Iniciamos esta ruta en Santonvenia siguiendo un track que habíamos trazado con Wikiloc pero sin saber a ciencia cierta si tendríamos sorpresas como caminos inexistentes o no ciclables.

Poco después de comenzar nos dimos cuenta de que la estábamos haciendo al revés de como lo habíamos imaginado al trazarla, pero no nos importó ya que el recorrido es circular. Enseguida llegamos a Bretó y a la ribera del río Esla, que poco a poco abandonamos para sumergirnos en una zona de toboganes repleta de jaras y encinas. De nuevo nos acercamos al Esla y divisamos el Puente Quintos, puente que atravesamos, continuando por carretera unos dos kilómetros. Giramos a la derecha para coger la carretera que va a Friera y Burganes durante un kilómetro más o menos y de nuevo volvimos a un camino en el que nos encontramos una cancela cerrada con candado perteneciente a una de las muchas dehesas de la zona. Menos mal que el candado estaba abierto y esto nos permitió traspasarla y seguir el track marcado. Poco después, en el kilómetro 18,9 cometimos un error, teníamos que haber traspasado una cancela de otra dehesa pero nos mantuvimos por el lado derecho de la valla. Al principio el camino era ancho y bueno, pero poco a poco se fue cerrando y llegó un momento en el que se perdió entre la maleza. Con la bici en la mano y entre jaras, urces y lavandas conseguimos dar con otro camino que más adelante se unía al track que íbamos siguiendo.

De nuevo en la "buena senda" continuamos pedaleando y llegamos a Friera de Valverde. Tras atravesar esta localidad seguimos hacia Burganes de Valverde, donde paramos a tomar el almuerzo. Después de este dimos un pequeño rodeo para pedalear en paralelo al río Tera, aunque casi no lo llegamos a ver. Continuamos con dirección Olmillos de Valverde, al que llegamos enseguida. Continuamos y poco después nos desviamos para llegar al lugar donde desemboca el Tera en el Esla. Nuestra intención era ver esa unión, pero fue imposible porque el terreno estaba lleno de fango, así que de nuevo volvimos al camino y tomamos dirección Bretocino. Ya junto a Bretocino cogimos la carretera para cruzar el puente y la abandonamos (dando un pequeño rodeo) al llegar al cercano Bretó  para enfilar hacia Santovenia. Ya en Santovenia cargamos de nuevo las bicis en el coche y rumbo a Zamora.

Vista del río Esla cerca de Bretó.

Jaras, encinas y al fondo el Puente Quintos.
Puente Quintos.
Ribera del río Tera, en las proximidades de Olmillos. 


Clic en el logo para descargar la ruta desde wikiloc